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Historia de un mendigo.

  He tenido días buenos muy buenos y agradezco tanto a Dios por permitirme una oportunidad más para seguir con vida. Aprovechando eso, te relatare algo, presta atención.

   El tiempo nos enseña a valorar las cosas, algunos se dan cuenta de lo que tienen y no lo pierden y otros por lo general se dan cuenta de lo que tuvieron luego de perderlo. Actualmente tengo 57 años, crecí sin conocer a mis padres y no tuve un hogar como muchos de ustedes, no supe si tenía hermanos, tíos o abuelos, nunca comí bien por el simple hecho de que mi infancia fue aterradora. Crecí en un orfanato donde el maltrato supo marcar mi vida, a los 12 años fui adoptado por un grupo de personas que se denominaban “familia”, al principio todo fue muy bonito hasta que un día me echaron de su casa y fue entonces donde todo el final es solo un comienzo.

   Desde chico he estado en las calles, he cometido muchos errores y me he esforzado por sobrevivir día a día. He intentado buscar trabajo en los cuales la mayoría me ha ido mal, para serle sincero el país donde me encuentro no ofrece muchas oportunidades pero sin embargo como dicen algunas personas “la esperanza es lo último que se pierde”, desde entonces he vivido en las calles, he pasado días sin comer ni un trozo de pan, he bebido agua de lluvia y no he tenido una cama o una cobija como muchos de ustedes, me han juzgado hasta llegar al punto de golpearme y es que el mundo gira alrededor de una ideología que se basa en “Si no lastimas a los demás no sobrevives”, una ideología donde “Ser comprendido es absurdo e imposible”, donde si no tienes una economía estable no eres una persona digna de admirar, donde si eres un “vagabundo” como suelen llamarme tan solo eres una escoria y nada más. Espero que estén entendiendo y que por favor no me juzguen.

   He aprendido muchas a pesar de que nunca asistí a un colegio. Nunca entendí el amor de un padre o una madre pero si comprendí que el amor es el complemento de la soledad y viceversa, que la soledad nos acompaña en todo lo que hacemos así como el amor y si aun no comprendes eso entonces cuando estés en una posición parecida a la mía, que te falten cosas importantes, que no puedas tener lo que quieres, que todo te golpee y quieras rendirte es entonces que comprenderás que la soledad y el amor van de la mano, que ambos tienden a generar ramas donde es encontrado el odio y la tristeza, la oscuridad y sobre todo el anhelo de que todo se acabe.

   Tuve una vida muy compleja y dura, en resumen, fue horriblemente fuerte. Tal vez esta carta no haga cambiar al mundo, tal vez este escrito no haga reflexionar a nadie o al menos espero que sí, ¿A quién le importa mi opinión?, no es necesario buscar una respuesta.

   Para concluir, terminaré diciendo que: Dios, escucha y ayuda a todas esas personas que necesitan de ti, ayuda y bendice cada niño, cada familia, cada cosa que existe en este perfecto planeta creado por ti, Dios, sé que fuiste el único que me escucho y te lo agradezco, también ayuda a todos las personas que se encuentran en la posición que alguna vez yo me encontré, es duro, ayúdalos. Dios, ayuda a toda la humanidad que carece de valores y de voluntad para ayudar a otros pensando en el “qué dirán”, Dios, gracias por todo.

   Nunca te rindas, las cosas buenas tienen sus resultados, las cosas malas no son infinitas y hasta la muerte tienes sus ventajas. Disfruta lo que tienes y a quienes tienes, piensa un momento en las personas que te rodean y piensa por un momento en personas que no tienen a nadie. A veces tenemos mucho más de lo que creemos tener.


   Historia de un mendigo. 



                                                                                                          Insomnia

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