Serendipia.

Ahí esta ella.

Tan lejos y tan cerca a la vez.

Esa joven sonrosada y estrafalaria con ojos iluminados.

Llorona, lunática, frágil y difícil de cuidar.

Antes los ojos maravillosos de esa hermosa chica, ahí estaba yo, escuchando sus palabras suspendidas en el tiempo.

Pocas veces la veía pero cuando lo hacía habían en nuestras acciones la misma ternura absorta de nuestros breves encuentros amorosos.

En el silencio nocturno los pequeños sonidos se agrandaban. Junto a mi estaba ella, su respiración era tan nítida que podía adivinar sus sueños.

Quiero cuidarla siempre, es mi ángel, mi paz, mi calma y mi luz ante todo.